VOZ DE LA CALLE: LA GUERRA QUE LLEVAMOS DENTRO


«La guerra que llevamos dentro: cuando las calles gritan lo que el alma no puede callar»


La metástasis de la violencia

Las calles no mienten. Hablan con el lenguaje crudo de los vidrios rotos, las pintas amenazantes en los muros, el eco de los gritos que nadie atiende. Esta no es una guerra de balas y trincheras, sino de miradas esquivas, de puños cerrados en los bolsillos, de corazones que laten entre el miedo y la rabia.

Primer síntoma: La normalización del caos
La violencia no llega de golpe. Se filtra como un gas tóxico: primero aceptamos el insulto en el tráfico, luego la indiferencia ante el mendigo golpeado, después el robo a mano armada como «algo que pasa». Los medios de comunicación, en su circo macabro de ratings, convierten el dolor en espectáculo.

Las noticias son un parte de guerra donde las víctimas son estadísticas y los victimarios, protagonistas de una narrativa perversa.

Segundo síntoma: La pérdida del espacio público
Las banquetas ya no son para caminar, son territorios en disputa. Los parques donde antes reían niños ahora son trincheras de pandillas. La oligarquía observa desde sus torres de cristal, convencida de que los barrios pobres son «zonas de sacrificio». Mientras, el ciudadano de a pie aprende a vivir en estado de sitio: llaves entre los dedos al caminar de noche, miradas sobre el hombro, silencios cómplices.

El colapso: Cuando la calle estalla
Llega el día en que el miedo se convierte en furia. Las protestas son incendios que nadie sabe apagar. La policía responde con balas, los manifestantes con piedras. Y en medio, los mismos de siempre: los que con una mano azuzan el fuego y con la otra venden extinguidores. Es la guerra que llevamos dentro, convertida en paisaje urbano.


las otras voces…

🎵 «tantas tierras” Manu Chao

Escúchala https:/open.spotify.com/track/0OrHVtEKQKRyAvJrqVLEKt?si=c_HkpsLYQcmRdBvRo2t7iA aquí

Autora del Boom latinoamericano:

Diamela Eltit (chilena, «Lumpérica»). Su obra es un golpe directo al hígado: explora cuerpos violentados en espacios urbanos podridos. Un pasaje brutal:

«La ciudad era una herida abierta y nosotros los gusanos que creíamos ser su cura. Nos arrastrábamos sobre el asfalto caliente, mordiendo migajas de dignidad, hasta que hasta las migajas sabían a sangre.»


«La Muerte Cívica»

Se nos murió lo cívico entre las prisas de un martes cualquiera.

Fue un deceso silencioso, sin velas ni coronas, como ahogar a un pájaro en algodones.

Primero se atrofió el saludo al vecino —ese pequeño puente entre dos soledades—.

Luego mutó el respeto en bilis: el que empuja en el metro, el que estaciona en lugar de discapacitados, el que escupe en la acera recién barrida.

Las banquetas se volvieron trincheras.

Los parques, territorios de nadie donde los columpios oxidados gimen con fantasmas de risas infantiles.

Lo público dejó de ser nuestro para ser de todos y por tanto de ninguno: papeles que bailan en el viento sobre charcos de aceite, bancas rotas como promesas electorales.

Nos vacunaron contra la solidaridad con dosis diarias de telebasura y tweets de odio.

“No te acerques”, “no firmes”, “no te metas”

Y en este entierro sin lágrimas, lo último en morir fue la vergüenza

Mo


Canción que acompaña:
🎵 «Latinoamérica» de Calle 13 (versos crudos sobre pertenencia y fractura social):
«Tú no puedes comprar al viento / Tú no puedes comprar al sol / Tú no puedes comprar la lluvia…»
Escúchala aquí

Libro esencial a manera de sugerencia:
«La fiesta del chivo» de Mario Vargas Llosa — donde la pérdida cívica es sistematizada por la dictadura trujillista. Un pasaje estremecedor:

«Así se pudre un país: primero te roban las calles, luego los sueños, al final hasta el derecho a tener miedo».


Para escuchar una canción que completan junto al Quiz, tu experiencia en la narrativa, la pasión, el alma. Los sentidos… te dejaran mán reflexivo, o quizá solo distinto…

da clic aqui:⤵️. 🎶🧟‍♀️

https://ilovesong.ai/work/5894009-afa81526-e45a-46a5-8930-7e4639c996a6

Quiz:

1.) ¿En qué momento aceptamos que el «¿a mí qué?» fuera nuestro credo?

2.) ¿Qué duele más: la bala que te atraviesa o darte cuenta de que ya ni siquiera te sorprende?»

3.) ¿Qué haremos cuando hasta el silencio nos parezca cómplice?»